Las nuevas previsiones sobre el futuro demográfico de Italia ven disminuir la población en casi un millón de personas a lo largo de esta década y en veinte millones para 2080, en el peor de los escenarios, según informó el Istat, el Instituto Nacional de Estadísticas.
De acuerdo con los análisis del organismo estatal, de los 59 millones de habitantes que Italia tenía el 1 de enero de 2022, la previsión es que esa cifra descenderá a 58,1 millones en 2030, luego bajará a 54,4 millones en 2050 y finalmente quedará reducida a 45,8 millones en 2080.
Los números son elocuentes: las familias italianas crecen, pero con un menor número medio de miembros. Menos parejas con hijos, más parejas sin hijos: en 2042 solo una de cada cuatro familias estará formada por una pareja con hijos, aunque más de una de cada cinco no tendrá ninguno, agrega el instituto estadístico europeo.
La proporción entre las personas en edad de trabajar (15-64 años) y las que no lo están (0-14 y 65 años o más) se reducirá de aproximadamente tres a dos en 2022 a aproximadamente uno a uno en 2050.
A pesar del panorama común de envejecimiento, las diferencias estructurales entre el norte y el sur del país también se amplían, de acuerdo con lo que prevén los demógrafos peninsulares.
La evolución de la población total, explica el Istat, refleja el principio, típico de las previsiones demográficas, de ser tanto más incierta cuanto más se aleja uno del año base.
Así, en el escenario más favorable, la población podría sufrir una pérdida de “sólo” 6,2 millones de habitantes entre 2022 y 2080, de los cuales 2,5 millones ya se registrarán en el año 2050.
En cambio, en el caso de la hipótesis menos favorable, la disminución de población se acercaría a los 20 millones de individuos de aquí a 2080, de los cuales 6,8 millones ya faltarán en 2050.
Los demógrafos del Istat consideran que parece inevitable, por tanto, que la población italiana disminuya, aunque las evidencias numéricas sean profundamente diferentes unas de otras, conjurando escenarios no solo demográficos sino también sociales y económicos con un impacto igualmente diferente en las distintas regiones del país.
La despoblación progresiva afecta a todo el territorio peninsular, aunque con diferencias entre el Norte, el Centro y el Sur, que hacen que esta cuestión alcance una dimensión significativa, sobre todo en esta última división.
A corto plazo se espera un ligero pero significativo aumento de la población en el Norte (+0,3‰ anual hasta 2030), mientras que en el Centro (un 1,6% menos) y sobre todo en el Sur (un -5,5%) el descenso de residentes es irreversible.
En tanto, en el período intermedio (2030-2050), y más aún a largo plazo (2050-2080), este panorama demográfico se ampliará, con un descenso generalizado de la población en todas las divisiones geográficas, pero que será todavía más agudo en el sur.
A largo plazo, el Norte podría disminuir en 2,7 millones de habitantes de aquí a 2080. Muy diferente es la trayectoria evolutiva de la población en el Sur, que podría reducirse en ocho millones de habitantes de aquí a 2080.
Por supuesto, las consideraciones anteriores también deben evaluarse a la luz de la profunda incertidumbre que las rodea. Por su incidencia económica, el Norte está más favorecido en los análisis, mientras que en el Centro y Sur esa posibilidad no se avizora.
Fuente: ANSA, AP y Clarín