El exilio envenenado de una periodista rusa: «No te van a detener, te van a matar»

El exilio envenenado de una periodista rusa: «No te van a detener, te van a matar»

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Tres periodistas rusas crticas con el Kremlin denuncian que han sido envenenadas en el exilio

Una de las periodistas rusas, Elena Kostyuchenko.MUNDO

Tres periodistas rusas crticas con el Kremlin han sido presuntamente envenenadas en Alemania, la Repblica Checa y Georgia en los ltimos doce meses. Una de ellas es Elena Kostyuchenko, enviada especial de ‘Novaya Gazeta’ y ‘Meduza’. En octubre de 2022 fue intoxicada en Mnich. «No tengo una teora sobre lo que ha sucedido, pero por lo menos mi energa ha regresado parcialmente, aunque slo puedo trabajar tres horas seguidas, me canso muy pronto», explica a EL MUNDO desde su exilio en un pas que prefiere no desvelar. All prepara el lanzamiento de su libro en varios idiomas.

Cree que fue envenenada tras exiliarse en Alemania, un lugar que consideraba seguro para los rusos. «Ya no creo que lo sea, en Rusia pensamos que Europa es un paraso, pero en el continente suceden asesinatos polticos, operan los servicios secretos». Su caso ha coincidido en el tiempo con el de Irina Babloyan, que trabajaba para ‘Eco de Mosc’ y fue envenenada en Tbilisi. Y en mayo de este ao, Natalia Arno, presidenta de la Fundacin Rusa Libre, tambin present sntomas de envenenamiento.

Kostyuchenko est considerada una de las periodistas ms valientes de Rusia. Cuando comenz la invasin a gran escala, fue a Ucrania para cubrir la guerra para ‘Novaya Gazeta’. All document los crmenes de guerra que el ejrcito ruso cometi contra la poblacin civil.

En Ucrania haba pasado por todo tipo de situaciones de riesgo. Lleg a cruzar varias veces la lnea del frente. Pero fue a finales de marzo, justo antes de viajar a Mariupol, cuando sinti el verdadero peligro. Desde el peridico la alertaron de que estaba en el radar del gobierno ruso: «Saben que vas a Mariupol y me dicen que se ha ordenado a los hombres de [Ramzan] Kadyrov que te encuentren. No te van a detener. Te van a matar. Ya est todo organizado».

El director de ‘Novaya Gazeta’, Dimitri Muratov, le dio rdenes directas de abandonar Ucrania y no volver a Rusia. Decidi mudarse un tiempo a Alemania. All mientras gestionaba un nuevo visado para ir a Ucrania en el futuro y su prximo viaje a Irn se empez a sentir mal: «tena sudores», adems de confusin mental, y «un fuerte olor corporal». Una maana despert con un fuerte dolor en el abdomen: «La habitacin pareca estar dando vueltas a mi alrededor, y me daban ms nuseas al moverme. Me las arregl para caminar hasta el bao y vomit». Se le hinch el cuerpo, haba sangre en la orina. Los mdicos empezaron a asustarse con los disparatados resultados de los anlisis de sangre.

Prob con un doctor de confianza recomendado por periodistas de Mosc: «Existe la posibilidad de que hayas sido envenenada?», pregunt tras ver los resultados de las nuevas pruebas. «En el tiempo que trabaj en ‘Novaya Gazeta’, cuatro de nuestros empleados fueron asesinados. Pero no me consideraba tan importante».

Habl con la polica alemana. «Mi apartamento y mis pertenencias fueron revisadas con detectores de radiacin. Me quitaron la ropa que haba usado. La polica examin la seguridad de mi apartamento».

El 2 de mayo, una carta de la oficina del fiscal de Berln le inform que el caso abierto en relacin con su intento de asesinato haba sido cerrado. Los detectives no pudieron establecer «ningn indicio» de que hubiera sido envenenada, ya que «los anlisis de sangre disponibles no apuntan claramente al envenenamiento». Pero otros mdicos consultados por el medio ruso ‘The Insider’ dijeron que la causa ms probable de mis sntomas era el envenenamiento con un compuesto orgnico. As es como se reabri el caso.

Los periodistas rusos Roman Dobrojotov y Christo Grozev llevaban tiempo investigando una serie de envenenamientos en Europa. Las vctimas son todas periodistas rusas. Cuando vieron que Kostyuchenko llevaba un tiempo sin publicar, decidieron ponerse en contacto con ella.

Confirmaron los hechos diversos expertos, entre ellos un mdico que ayud a salvar la vida de Alexei Navalni, que fue tratado en un hospital de Berln en 2020 tras ser intoxicado con Novichok.

Ahora Kostyuchenko sabe que ningn lugar es seguro, pero quiere seguir adelante: «Aunque ya hemos visto que las palabras no derrotan al fascismo».