Los grandes terremotos y tsunamis son comunes en Japón, que se encuentra en el Anillo de Fuego del Pacífico, un cinturón de actividad sísmica.
Debido a esta frecuencia, durante el siglo pasado Japón ha hecho que sus edificios se encuentren entre los más resistentes a los terremotos del mundo, capaces de soportar grandes terremotos y permanecer funcionales inmediatamente después.
A través de inversiones, mandatos gubernamentales y una cultura de ingeniería perfectamente adaptada al riesgo sísmico, Japón ha logrado salvar vidas durante algunos de sus terremotos más devastadores y, a menudo, ha implementado nuevas protecciones después de cada uno.
Un terremoto en las provincias de Mino y Owari a finales del siglo XIX y el Gran Terremoto de Kanto de 1923 que mató a más de 140.000 personas estimularon la investigación sobre edificios más resistentes y la introducción de nuevos estándares de construcción. En las décadas posteriores, cada gran terremoto en Japón ha provocado nuevas mejoras en las prácticas y regulaciones.
Las autoridades japonesas todavía están evaluando la magnitud de los daños causados por el terremoto del lunes en la prefectura occidental de Ishikawa. Los bomberos locales recibieron numerosos informes de casas derrumbadas y de personas atrapadas debajo, informó la emisora pública NHK.
Después de que un terremoto en la ciudad de Kobe en 1995 matara a unas 6.000 personas e hiriera a decenas de miles más, Japón invirtió miles de millones en investigación tecnológica para lograr estructuras más seguras y hacer más resistentes las estructuras más antiguas del país.
En 2011, cuando un devastador terremoto de magnitud 8,9 azotó la costa noreste de Japón, provocando un enorme tsunami y provocando un desastre nuclear. Central eléctrica de FukushimaMuchos edificios ya estaban equipados con medidas de seguridad como refuerzos de acero adicionales, topes de goma y amortiguadores hidráulicos.
Después del terremoto, que mató a más de 19.000 personas, Japón respondió construyendo o reconstruyendo altos diques para proteger a las comunidades costeras. También ha construido sensores para alertar automáticamente a los residentes y cerrar las compuertas, y los simulacros de terremotos y tsunamis son una rutina para los ciudadanos japoneses.
Los expertos dicen que los códigos de construcción de Japón son más estrictos que los de Estados Unidos, donde las autoridades han adoptado un estándar mínimo menos protector y han dejado a los individuos decidir qué tan resistentes a los terremotos deben hacer sus edificios.